Conducir a la defensiva es una habilidad esencial que no solo mejora la seguridad vial, sino que también proporciona una serie de beneficios tangibles tanto para los conductores como para los pasajeros. Este enfoque de conducción implica estar constantemente alerta, anticipar posibles peligros y tomar decisiones prudentes para evitar accidentes.
Al adoptar una actitud defensiva al volante, los conductores pueden reducir significativamente el riesgo de colisiones, ahorrar dinero en reparaciones y seguros, y disfrutar de una experiencia de conducción más relajada y segura. Además, conducir a la defensiva contribuye a una mejor fluidez del tráfico y promueve un entorno vial más seguro para todos los usuarios de la carretera.